En el Jardín Botánico de Culiacán, donde la naturaleza susurra secretos antiguos, tuvimos el honor de capturar la esencia etérea de María Teresa en su decimoquinto año. Cada imagen, un poema visual, refleja una paz y una estética terrenal que apunta al cielo, sino también la alegría y el fervor de este momento tan trascendental en su vida.

María Teresa, vestida en un verde Sage que se funde con el alma del jardín, se convierte en una ninfa de los bosques, su belleza natural resplandeciendo en armonía con el paisaje exuberante. El vestido, como hojas de esmeralda, abraza su figura, creando una sinfonía visual que hechiza a todos los que la contemplan.

El Jardín Botánico de Culiacán, con su vegetación abundante y su atmósfera mística, se convierte en el escenario perfecto para esta oda fotográfica. Los tonos verdes del jardín, en un abrazo eterno con el vestido de Teresa, permiten que su belleza brille aún más en cada retrato, como un rayo de sol atravesando el follaje.

Los recuerdos, esos tesoros dorados que el corazón atesora, son más que simples imágenes; deben ser bellos, pues lo bello siempre encanta. No es solo un arte de orfebrería; hay una intención genuina detrás de capturar estos retratos, un testimonio de la juventud efímera que se encuentra con la aurora de la adultez.

Como poeta de la luz y la sombra, mi tarea es superar las expectativas, desatar la visión cautiva en mi mente y, al ser contratado, se crea un pacto de dedicación que me impulsa a servir a propósitos más nobles que los de un simple contrato. La esencia de una sesión de quinceañera radica en inmortalizar lo transitorio, hacerlo con elegancia, respeto y coherencia a la visión de tu Quinceañera.

No solo interpreto una realidad, sino que la reconstruyo con una estética sublime. Cada detalle, desde la iluminación hasta la composición, es cuidadosamente considerado para crear imágenes que no solo capturen un momento, sino que lo transformen en una obra de arte, un canto visual que resuena en la eternidad de quien lo posee y aprecia.